A solo 40 kilómetros al sur de Barcelona, la pequeña ciudad de Sitges siempre ha sido uno de los mejores destinos costeros de la región. Su centro histórico aún conserva importantes referencias al antiguo pueblo de pescadores que fue, lo que, sumado a sus fantásticas playas, numerosos museos y variada agenda cultural, hace de ella un lugar muy especial.
Cosas que hacer en Sitges
Si paseas por el casco antiguo de Sitges podrás ver las ruinas de la antigua muralla; el Racó de la Calma (rincón de la calma), un lugar fresco y encantador; antiguas casas de pescadores y también las de estilo colonial de los emigrantes retornados de América. Encontrarás cafés acogedores y restaurantes donde poder degustar arroces y mariscos, regados con un delicioso vino malvasía de la región.
En el siglo XIX, Sitges fue un lugar de encuentro de artistas e intelectuales, y prueba de ello es el Museo del Cau Ferrat, fundado por el pintor Santiago Rusiñol como casa-taller, y donde el artista reunió amplias colecciones de arte antiguo y moderno. Otra visita cultural que merece la pena es la del Palau de Maricel, uno de los edificios más emblemáticos de Sitges.
Para cambiar de tercio, comienza a andar por el paseo marítimo y déjate caer en cualquiera de las playas de la ciudad, o acércate a la hermosa playa del Garraf, a un cuarto de hora en tren. Además, Sitges es conocida por su ambiente gay, una vida nocturna muy animada y, cómo no, por su famoso Festival Internacional de Cine Fantástico.
Cómo moverse por Sitges
Llegar a Sitges desde Barcelona es fácil con cualquiera de los frecuentes trenes de cercanías. Por su parte, el centro puede visitarse cómodamente a pie o se pueden alquilar bicicletas para un recorrido diferente o para acceder a las distintas playas cercanas.